Maleficios, pociones, hechizos, días otoñales y nadie con quien jugar al ajedrez.
A nuestra bruja le gustan los niños, pero no al horno...
Marieta no le tiene miedo al bosque, ni a las sombras que dibuja la luna,
ni al aullido del viento en el silencio de la noche.
Marieta piensa encontrar a su muñeca aunque para ello tenga que conocer
a la mismísima bruja de los ojos felinos.
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