MADRE SÓLO HAY UNA y aquí están todas.

No hay nada como reírse de una misma.

Los últimos meses los he pasado trabajando intensamente en el álbum que aquí os presento. Escribirlo, idearlo e ilustrarlo ha sido muy divertido. Al otro lado de mis palabras y mis ilustraciones ha estado siempre  Magela Ronda, editora de Lumen. Con ella he compartido el desarrollo de este libro que verá la luz a finales de noviembre.

En este afán mío por inventariar, después de el " catálogo de besos" y "Abuelas de la a a la z", me decidí a coleccionar todas las tipologías de madre, que a mi entender, existen. Treinta en total, además de diez páginas especiales en las que he tratado de reflejar todo lo que se nos ha ocurrido que comprende el infinito mundo de la maternidad. Y lo he hecho riéndome de mi misma y viéndome reflejada en casi todas las madres que recojo en sus páginas.

No hay que olvidar que una madre “no nace, se hace” pero así como para ser médico, arquitecto o arqueólogo, tienes una formación mínima de cinco años, madre se es de un día para otro, ayer no lo eras y hoy resulta que sí, y te examinas cada día ante la mirada de un jurado de individuos que  durante unos años no levantan ni dos palmos del suelo. 

Tu nombre, el propio, el que está escrito en tu partida de nacimiento, se pierde, porque a partir del momento en el que llega al mundo tu criatura, pasas a llamarte “mamá”. Eres la mamá de... en el pediatra, en la guardería, en el colegio, en las extra escolares. Madre que se dejó borrar el nombre felizmente porque  cuando tu retoño “harto de verte decir ajó, ajó” por fin hizo el esfuerzo de decir mamá por primera vez, sólo te faltó dar saltos de alegría como si tu niño fuera un prodigio de la inteligencia humana, y no es que dijera, Mercedes Reguera Ramírez Sivianes Gago (que resulta que era tu nombre completo hasta el día que fuiste madre) no, ha dicho “Mamá” como el resto de los bebés del planeta y a partir de ese momento “mamá” será tu nombre de pila.

Aquí dejo algunas de las ilustraciones de mis madres, como anticipo de las treinta que he conseguido retratar en las páginas del libro. Y a esta madre primeriza, esa que todas las madres hemos sido...

Madre Primeriza

Ya puedes haberte leído la colección completa de “ser padres” y tragado todo tipo de documentales sobre la maternidad y sus circunstancias que, cuando llega el momento, eres “la primeriza” y lo eres porque lo eres, eso no te lo quita nadie, pero sobre todo porque tu entorno no deja de repetírtelo en un tono condescendiente y acompañado de un irritante enarcamiento de cejas que viene a decir, o a ti te lo parece, “¡vaya!- como se te nota que eres primeriza”. 

Las madres primerizas no duermen porque los bebés tampoco lo hacen y cuando por fin se duermen son ellas las paranoicas que los despiertan para (después de tres minutos mirándolo muy de cerca) comprobar que respiran. Una madre primeriza pasa cientos de horas en la farmacia y le da una importancia trascendental a los percentiles y a las pérdidas de peso, que son su peor pesadilla. Por suerte y por desgracia, tras los primeros meses llega la etapa de los “uys” y “ays” porque el mundo, en general y visto con ojos primerizos, parece estar pensado para que tu bebé se accidente en cualquier sitio y a cualquier hora: tiene esquinas y desniveles y cosas que se abren para poder cerrarse y agujeros peligrosos por todas partes y corrientes de aire y cosas pequeñitas que caben en la boca y niños asesinos y animales babosos y virus y cosas que cortan y cosas que pesan y cosas eléctricas y parques infantiles creados por psicópatas y pediatras que no te hacen caso y canguros incapaces de entenderte… Todo el planeta –contenido y continente– lo han hecho en contra de tu criatura y es una enorme zona de riesgo, normal, claro, si tenemos en cuenta que el mundo, parece ser, también fue hecho por un primerizo.

Madre Casera

Madre Cuentista

Madre Protegepolluelos

Madre Ejecutiva

Madre de trillizos o más...

Madre Paciencia